A los obispos, les molesta que Andalucía es una Nación

Los obispos del Sur, antiandaluces En una nota oficial los obispos de los católicos andaluces, informan de su CIV Asamblea Ordinaria, celebrada en Córdoba. No soy católico, ni cristiano pero si andaluz, por tanto me preocupan las opiniones de mis conciudadanos. Pero ¿cuántos de esos obispos de los católicos son andaluces?. Datos recopilados de su web: Obispo de Sevilla: Carlos Amigo Vallejo. (Medina del Rioseco. Valladolid). Obispo de Granada: Francisco Javier Martínez Fernández. (Madrid, hijo de asturianos). Obispo de Málaga: Antonio Dorado Soto. (Urda, Toledo). Obispo de Córdoba: Juan José Asenjo Peregrina. ( Sigüenza, Guadalajara). Obispo de Almería: Adolfo González Montes. (Salamanca). Obispo de Guadix: Juan García Santacruz Ortiz. ( Navahermosa, Toledo). Obispo de Jaén: Ramón del Hoyo López. (Arlanzón, Burgos). Solamente los Obispos de Cádiz, Jerez y Huelva, son andaluces. El setenta por ciento de estos señores, que ocupan las principales diócesis ni han nacido aquí, ni se quedarán aquí cuando se jubilen o prosperen en su profesión; pero sí se permiten opinar en contra de Andalucía. No podría ser de otra forma, lamentablemente, ya que todo el mundo, especialmente los no andaluces, tienen que opinar sobre nuestra "realidad nacional" y nuestras formas de organizarnos, los “obispos andaluces" tiene guasa el termino; de los 10 jefes que tiene la iglesia católica en Andalucía, sólo tres han nacido en nuestra terra, también se han tirado al ruedo de lo publico, no es la primera ni será la última, ya que ellos están poseídos de don divino y por lo tanto están por encima del bien y del mal. Han emitido un comunicado dando a conocer sus reflexivas y doctrinales opiniones sobre la reforma de nuestro Estatuto, evidentemente, desde el desconocimiento de la realidad de nuestro Pueblo. Ellos que se aprovechan, maliciosamente, del obligatorio adoctrinamiento de la fe, que durante muchos años, especialmente en épocas de dictaduras, el franquismo es un fiel reflejo de poder de la iglesia, donde por Ley estábamos obligados a ser católicos apostólicos y romanos, bautizos bodas y entierros eclesiásticos incluidos, nos dicen y pretenden marcarnos cuales deben ser nuestras formas políticas y sociales de organizarnos, quizás porque ellos que tienen contacto directo con el poder divino, no pueden comprender ni entender, que otros ciudadanos, mayoría creo yo, entendamos que las cuestiones de fe, no se pueden mezclar con la vida terrenal, que es muy distinta a la que ellos tratan de imponer, y que se han impuesto durante muchos años. Pero lamentablemente, como suele ocurrir, con los partidos centralistas, con sucursales en Andalucía, a los “obispos andaluces", les falta, quizás porque no son andaluces, la sensibilidad y el amor a esta tierra. No pretendemos que los obispos frailes y curas sean nacionalistas, si lo fueren mejor, solo necesitamos que los llamados “obispos andaluces” tengan y mantengan los mismos criterios que las de sus homólogos vascos y catalanes ( que son obispos vascos y catalanes, por tanto comprometidos con sus pueblos y los de aquí, son castellanos, comprometidos lógicamente con su pueblo, Castilla) , o ¿es que esos obispos vascos y catalanes, no so tan católicos apostólicos y romanos como los de la conferencia episcopal española y su máximo jefe, el papa de Roma?. Un poco de más amor al prójimo y menos apropiarse de unas estadísticas, las de las costumbres impuestas por años de dictaduras, con el beneplácito de la jerarquía eclesiástica, que dicen que la mayoría es católica, simplemente porque seguimos apoyando, popularmente algunas tradiciones católicas. De su extensa nota, vamos a citar dos apartados: Apartado 1: Al concluir nuestra CIV Asamblea Ordinaria, los Obispos de las diez diócesis andaluzas queremos expresar nuestra preocupación por las consecuencias que pudiera tener para la vida y para el futuro de las personas y las familias andaluzas la reforma del Estatuto de Autonomía, recientemente aprobada por el Parlamento Andaluz, en los términos en que dicha reforma está planteada (BOPA, n. 430, 4 de mayo del 2006). Se trata de reformar la norma emanada de la Constitución de 1978, que ordena la convivencia de todos los andaluces dentro de la Nación Española. Apartado 8: La definición de Andalucía como realidad nacional relativiza un bien moral indudable como es la unidad históricamente lograda de España como nación durante siglos. Esta unidad, reconocida por la Constitución de 1978, ha entrelazado en forma tal los bienes materiales y espirituales de todos los españoles y su recíproca dependencia, que su debilitamiento o quiebra pudiera conducir a un daño de consecuencias imprevisibles irresponsablemente infligido al bien común, al cual debe supeditarse cualquier ordenamiento jurídico. Pasan los años y los siglos y el papel de estos señores iluminados por el don divino y enviados por su jefe de roma, nos siguen recordando a los cardenales Talavera y Cisneros. Andalucía sigue padeciendo el síndrome de la Inquisición; desde hace 500 años, continúan enviándonos a curas, frailes, obispos y arzobispos castellanos a evangelizar a “moros”. Andalucía, 27 de mayo de 2006 Antonio L. Calderón Díaz. Presidente de FORO ABEN HUMEYA. NOTA DE LA REDACCIÓN Publicamos íntegra esta Declaración de los llamados "Obispos de Sur", donde se oponen a que Andalucía sea reconocida oficialmente como Nación, que lo es a pesar de que les guste o no a ellos y a otros millones de españoles . También se oponen a una eseñanza laica, donde las enseñanas de las religiones sea una asignatura englobada en una Historia de las Religiones, imparcial y aseptica, pero ellos quieren seguir teniendo en sus manos ese gran poder del que durante siglos han disfrutado; se oponen a cualquier avance en derechos a decidir sobre la salud, la maternidad . sexualidad y a todo avance que aparte a los ciudadanos de su control. Vamos a poner en negro, como son ellos ese Documento. 1. Al concluir nuestra CIV Asamblea Ordinaria, los Obispos de las diez diócesis andaluzas queremos expresar nuestra preocupación por las consecuencias que pudiera tener para la vida y para el futuro de las personas y las familias andaluzas la reforma del Estatuto de Autonomía, recientemente aprobada por el Parlamento Andaluz, en los términos en que dicha reforma está planteada (BOPA, n. 430, 4 de mayo del 2006). Se trata de reformar la norma emanada de la Constitución de 1978, que ordena la convivencia de todos los andaluces dentro de la Nación Española. Precisamente porque se trata de la reforma de una norma de indudable trascendencia para los ciudadanos de Andalucía y su relación con los del resto de España, hubiera sido necesario que esta reforma respondiera, tanto a un deseo colectivo de los andaluces, como a un amplio consenso de las fuerzas políticas para llevarla a cabo.Igualmente, un texto de este alcance tendría que ser muy sensible a los aspectos de solidaridad social entre los españoles que inevitablemente están implicados en él. Hubiera sido muy conveniente un debate más sosegado, sereno y plural que propiciara el nivel de consenso que se alcanzó durante la transición. Ante la ausencia de estas condiciones, nuestra preocupación es comprensible. 2. Junto a la falta de consenso y de debate social sobre la reforma, el texto que ha sido aprobado por el Parlamento Andaluz adolece de graves deficiencias en su articulado. Nos preocupa de forma particular su carácter fuertemente intervencionista, que no respeta el “principio de subsidiariedad”, propio de una sociedad participativa.Este principio fundamental en la Doctrina social de la Iglesia, recordado por Benedicto XVI en el Ángelus del 30 de abril de 2005, es necesario para que la Administración del Estado no ahogue las iniciativas de alcance público de los cuerpos intermedios de la sociedad civil. Cuando no se respeta este principio fundamental, la sociedad se ve abocada al totalitarismo estatalista de las Administraciones públicas. 3. Por lo que se refiere a la declaración de derechos y deberes, aunque no es nuestro cometido pronunciarnos sobre la pertinencia jurídica de que esta declaración forme parte de un Estatuto de autonomía, puesto que una tal declaración es parte sustancial de la Constitución, sí que nos vemos obligados a observar que algunos de los artículos del Estatuto son objeto de honda preocupación. 4. El texto aprobado puede servir para dar protección jurídica a atentados muy graves contra la vida humana desde su concepción a su acabamiento natural. Tampoco protege de modo adecuado a la familia, y desvirtúa la realidad natural y genuina del matrimonio, al equiparar con él otro tipo de uniones. Esta equiparación al matrimonio de uniones que no lo son es contraria a la razón y tiene gravísimas consecuencias, pues destruye el entramado natural del tejido social. Es también contraria a la revelación de Cristo, amplia y manifiestamente aceptada por sectores muy amplios de nuestro pueblo. 5. En el campo de la educación, el protagonismo que el Estatuto concede a la Administración, y a la escuela de titularidad estatal, puede resultar excluyente de cualquier otra iniciativa, y puede también someter la educación de iniciativa social financiada por la Administración a condiciones, orientaciones y normas que la pondrían gravemente en peligro. Con ello se atentaría contra una de las libertades fundamentales de la persona y de la sociedad. 6. La definición de la enseñanza pública como una enseñanza laica puede conducir de hecho a no respetar de modo adecuado los derechos que asisten a los ciudadanos, no sólo a tener creencias y convicciones, sino a la práctica de la religión de forma pública tanto como privada. La educación escolar en este sentido podría convertirse en un instrumento contra la libertad de pensamiento y de expresión, y en definitiva contra la libertad religiosa, al sofocar la vivencia y la expresión religiosa de los escolares, de la cual son exclusivamente responsables los padres. 7. Por otra parte, aun reconociendo la importante ayuda de la Administración pública a la conservación del patrimonio histórico y artístico de la Iglesia, nos preocupa que en el nuevo Estatuto no se respete adecuadamente la libertad de la Iglesia para gestionar ese patrimonio, de específica finalidad religiosa y social, que, aun con limitaciones, la Iglesia ha conservado y transmitido durante generaciones. 8. Finalmente, sin dar lugar a una lectura política partidista, no queremos dejar de manifestar que la redacción del Preámbulo del Estatuto reformado suscita en nosotros honda preocupación. La definición de Andalucía como realidad nacional relativiza un bien moral indudable como es la unidad históricamente lograda de España como nación durante siglos. Esta unidad, reconocida por la Constitución de1978, ha entrelazado en forma tal los bienes materiales y espirituales de todos los españoles y su recíproca dependencia, que su debilitamiento o quiebra pudiera conducir a un daño de consecuencias imprevisibles irresponsablemente infligido al bien común, al cual debe supeditarse cualquier ordenamiento jurídico. 9. Por todo esto, aun reconociendo cuanto de bueno pueda suponer la reforma del Estatuto en orden a acrecentar la participación ciudadana en la vida pública, hacemos un llamamiento a todos los católicos andaluces recordándoles la obligación moral que tienen de dar testimonio de su fe, oponiéndose a cualquier intento de legislación contrario a los derechos fundamentales de la persona y de los grupos sociales tal como son declarados y defendidos por la doctrina social de la Iglesia. 10. Cada uno desde la vocación a la que ha sido llamado y todos, como Iglesia, y al mismo tiempo como miembros de la sociedad civil de Andalucía y de España, hemos de sentirnos legitimados para intervenir en el debate social. Todos hemos de reflexionar con libertad a la luz del Evangelio, sirviéndonos para ello de los cauces legítimos previstos en el ordenamiento jurídico, a fin de lograr que la norma que ha de regir la sociedad andaluza responda sin imposiciones al sentir de los ciudadanos. 11. Los Obispos de las Diócesis de Andalucía esperamos que la reforma del Estatuto sirva para que en nuestra Comunidad Autónoma se tutele adecuadamente la dignidad de cada persona, se garantice efectivamente la libertad de los diferentes grupos sociales y se creen los instrumentos adecuados para resolver las necesidades reales de nuestro pueblo y de cuantos llegan hasta nosotros buscando un tenor de vida más acorde con su propia dignidad. Córdoba, a 18 de mayo de 2006

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